Y es que te importa tanto esa persona que temes decir o hacer algo equivocado que pueda perjudicarla. Todos somos diferentes, pensamos y reaccionamos diferente.
Lo que te puedan aconsejar aquí o allá, puede no funcionar siempre que quieras animar a alguien.
Mi consejo aquí es sobre lo que puedes hacer en ciertas ocasiones pero recuerda usar una manera adecuada a la cercanía que tengas y la personalidad de aquella persona.
Muchas de las veces, esas personas solo quieren a alguien que las escuche. Decir en voz alta el dolor, problema o sufrimiento es el primer paso para comenzar a sanar las heridas del alma. Dedicarse a escuchar sin decir una sola palabra es una manera de animarlos porque después del llanto viene la tranquilidad y es ahí donde la otra persona comienza a sentirse mejor y al final tal vez veas su sonrisa. No digas mucho las típicas frases para animar, una persona desanimada no quiere escucharlas; Y si las dices, busca el momento adecuado en donde se pueda ver tu interés por su bienestar.
Es importante que evites hablar al menos hasta el momento donde las pequeñas bromas, a veces entre lágrimas, se escapan y aún así, limítate a las respuestas monosílabas. Aun sin palabras debes hacer notar tu interés por lo que te dice prestando mucha atención siempre y tomando en serio todo lo que te dice.
Esto no siempre es lo único que puedes hacer. Contradiciendo un poco lo que acabo de plasmarte, a veces las personas buscan ayuda o consejos siendo esa la razón por la que acudieran a ti. Cuando lo hagas siempre aclara que lo que dices son consejos o sugerencias. La otra persona puede sentirse que está haciendo algo mal o culpable si le impones tu punto de vista. Incluso si él o ella está mal, debes ser cuidadoso con tus palabras. Esto último para hacerla sentir en control de su situación y su vida que es uno de los causantes de su estado triste y/o irracional.
¡Suerte!
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